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Agua de Granada

28.03.11

Mil renglones se han escrito sobre el significado del agua en la ciudad; sobre las tertulias ganivetianas en torno a la Fuente del Avellano o sobre la pintoresca figura del aguador. Desde antiguo la venta de agua en Granada quedaba regularizada por las Ordenanzas Municipales, y así lo manifiesta el pregón que pudimos leer en la exposición 'Agua, azucarillos y aguardiente'.

Granada, agua oculta que llora, dijo Manuel Machado. Raro era el viajero que no reconocía su bondad. El símbolo más representativo de nuestro monumento universal es la Fuente de los Leones. Mil renglones se han escrito sobre el significado del agua en Granada; sobre las tertulias ganivetianas en torno a la Fuente del Avellano; sobre la pintoresca figura del aguaor granaíno y su típico pregón; sobre nuestras excelentes fuentes y pilares con su bien cantado murmullo; y también, todo hay que decirlo aunque sea poco romántico, sobre los problemas de salud que sufrieron los granadinos por culpa de las aguas contaminadas que llegaron a ser una verdadera pesadilla para la ciudad. Las pésimas conducciones subterráneas acababan rompiéndose y mezclando aguas blancas con negras y marrones; había que cerrar los grifos y esperar al cañero por un lado, y por otro al aguaor ambulante para que llenara nuestros cántaros domésticos.
Agua y salud siempre han ido de la mano y la ubicación de nuestros hospitales así lo denuncia; los de San Lázaro y San Juan de Dios aprovechaban las aguas de los ramales de la acequia de Aynadamar y del río Beiro, por ejemplo.
Los primeros que denunciaban la bondad o maldad del estado de las aguas eran los animales. Kenneth Walker en su Historia de la Medicina (1966) ya confirmó que los animales poseen un fino instinto que les lleva a buscar remedios para sus enfermedades; el perro masca la grama, el búho se despioja revolcándose en el polvo, el animal herido lame sus lesiones, etc., pero hay otros muchos que mitigan el calor o se desparasitan con un buen baño o por el contrario entran en calor sumergiéndose en agua caliente, como hacen los monos japoneses en época de nevadas o algunos vecinos en el río Alhama.
En un precioso y muy documentado trabajo firmado por el doctor granadino García Castillo y el coronel Alemparte referido al balneario de Archena, se nos enseña cómo determinados animales acudían a unas fuentes concretas por considerar que tales abrevaderos les resultaban saludables. Citan a aquel perro que acudía a diario a la Fuente Amarga de Chiclana. Hoy el Balneario de Fuente Amarga. Y cómo curaban de sarna las cabras que bebían en la fuente conquense de Solán, de donde le viene el nombre al agua mineral Solán de Cabras.
Nuestra riqueza acuífera medicinal de Lanjarón no se queda atrás. Éramos muchos los granadinos que hacíamos cola en un dispensario todo tapizado de mármol blanco que había en la calle Reyes Católicos; allí, dos dependientas muy serias ofrecían vasos de agua de Lanjarón escanciados desde unos bidones como si fueran de cerveza. Vendían agua, vendían salud. Tal como dice la letrilla popular: Agua pura, / que se lleva en sus ondas / la calentura.
Ritual mucho más romántico era el que se nos presentaba en la Plaza del Aljibe de la Alhambra, cuando los enormes vasos eran llenados con el agua fresca del aljibe. Recuerdo como una melodía dormida el chapoteo del cubo al caer al pozo, el deslizar de la soga por la garrucha y el tintineo de los rebosantes vasos de cristal basto.
Desde muy antiguo la venta del agua en Granada quedaba regularizada por las Ordenanzas municipales y así lo manifiesta el pregón de 1552 que tuvimos oportunidad de leer en aquella exposición titulada Agua, azucarillos y aguardiente en el Aljibe del Rey del Albaicín. Decía que la carga de agua se venderá a dos maravedís; y si el aguador cobra más, se le multará con cien maravedís, se le romperán los cantaros e irá diez días a la cárcel.
El ciclo de lecturas poéticas de aquel verano de 2008 titulado El agua y la palabra dejó en el aire del Carmen del Aljibe albaicinero un eco precioso e inolvidable.
Que canten los poetas al agua para ver si de una vez utilizamos agua en vez de petróleo. Se acabarían las artrosis, las guerras, las invasiones y algunos dictadores. Y si el agua es de Granada, el mundo está salvado.

GRANADA HOY
José Luis Delgado