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DE LA ALBERCA DE LOS ALIXARES A LOS POZOS ALTOS DEL CERRO DEL SOL

21.09.21

Un grupo de apasionados de la historia y el senderismo disfrutan con la ruta de la Fundación AguaGranada por las otras acequias del sultán

IDEAL. ANTONIO ARENAS

En torno a las 9.30 horas del sábado, una veintena de personas se fue congregando a las puertas del cementerio de San José. Muchos se saludaban, también al guía Rafael Villanueva, al ser 'reincidentes' en las rutas organizadas por Fundación AguaGranada. Por delante les aguardaban tres horas de recorrido con cuatro hitos: el primero en la alberca del palacio de Alixares; después, el albercón del Negro, el aljibe de la Lluvia y, por último, la Alberca Rota y los Pozos Altos. El día despejado y un poquito más caluroso de lo deseado. En el inicio del recorrido, Rafael ofrece la introducción histórica y reparte un tríptico a las parejas y a los que han acudido en solitario.

Se trata de una ruta que comienza en el interior del cementerio, al encontrarse en su interior los restos de la alberca del palacio de los Alixares, cuya almunia fue construida por Muhammad V entre 1374 y 1394 como espacio de retiro y oración y que tuvo una efímera existencia, pues la derribaron los terremotos de 1431. Antes de abandonar el camposanto, los visitantes contemplan la espléndida panorámica del valle del Genil desde los Miradores de Sierra Nevada.

Secuelas del incendio

Tras dejar atrás el cementerio, el grupo se dirige al albercón del Negro, localizado a escasos metros del cementerio musulmán, para continuar por el camino desde que se pueden ver las secuelas del incendio del pasado 31 de julio. Una vez superada la empinada cuesta, el grupo llega hasta el aljibe de la Lluvia, en el Cerro del Sol. Este ingenio hidráulico que daba servicio al palacio de Dar Al-arusa recogía el agua de lluvia y escorrentía en un aljibe de planta cuadrada construido con argamasa y ladrillo. Al abrir la cancela, una pequeña lagartija huye por las paredes y un sapo aguanta estoicamente casi hasta el final el desfile de curiosos. A escasos metros se puede contemplar una alberca del siglo XIX.

Por entre olivos y cipreses la comitiva llega hasta el albercón del Moro o Alberca Rota, en cuya inmediaciones se localizan los Pozos Altos que en su época funcionaron con con noria de sangre. En los aledaños, para hacer más didáctica su exposición, Rafael dibuja en la tierra el croquis de este complejo hidráulico. En este entorno concluye la ruta, no si antes hacer la tradicional foto de familia.